Festejo en Colle Don Bosco por el 188 aniversario de su natalicio

 

Colle Don Bosco, 16 de agosto de 2003

 

 

Queridos hermanos Salesianos, queridos jóvenes, queridos padres, queridos educadores:

 

Me dirijo a ustedes desde el Colle delle Beatitudine (el Monte de las Bienaventuranzas), el lugar del “sueño” de Juanito Bosco, en el aniversario de su nacimiento. Han pasado 188 años desde aquel día en el cual Dios quiso dar a la Iglesia y al mundo el don estupendo de un hombre que consagró su vida entera a los jóvenes a través de la educación, para convertirlos en “honestos ciudadanos y buenos cristianos” y enseñarles a ser felices siempre.

 

Desde entonces son miles y miles las personas que han encontrado en Don Bosco a un padre, a un amigo, un modelo y han captado su carisma, su misión y su espiritualidad, la inspiración y visión, la motivación y la fuerza para llevar adelante el “sueño de Dios”.

 

Siento mucha alegría de poder dirigirme a todos ustedes, como sucesor de Don Bosco, para anunciarles aquello que Don Bosco mismo les anunciaría hoy: ¡el gran “sueño de Dios” es nuestra santificación!.

 

Comunidad de consagrados, jóvenes, progenitores, educadores, todos cuantos están llamados a formar una familia que sea “casa y escuela de comunión”, en la cual se desarrollen los valores que nos ayudan a madurar como personas, a hacer fructificar las potencialidades de cada hombre y mujer, hasta vivir –para decirlo una vez más como Don Bosco- “como honestos ciudadanos y buenos cristianos”.

 

A los padres, la llamada apremiante de volver la mirada a Mamá Margarita, la mujer sencilla y sabia, que supo infundir confianza en sus hijos, comunicándoles aquellos valores humanos que son la plataforma de todo crecimiento espiritual, como el contacto con la tierra, el trabajo, la responsabilidad, la honestidad, la solidaridad, el respeto a los demás, y sobre todo, el sentido de Dios, de su presencia y de su bondad como origen, centro y cumbre de la vida.

 

Hoy ya no nos cabe la menor duda del papel importante que jugó Mamá Margarita en la vida de su Juanito, para su necesaria autoestima, por su educación, por su sentido religioso, para su apertura a las necesidades del prójimo, para aquel genio pedagógico que ha caracterizado después la vida entera de nuestro amado padre Don Bosco.

 

En estos momentos en los que las familias atraviesan una crisis difícil  como consecuencia de una visión siempre más secularizada e individualista, que privilegia el propio bienestar, los intereses individuales con la autorrealización, la casa de los Becchi es una escuela donde se aprende la difícil pero indispensable tarea de la educación de los hijos, una escuela que, a la manera de la casa de Nazareth, hace crecer en edad, sabiduría y gracia ante Dios y los hombres (cfr. Lc. 2, 40. 52) He aquí el mensaje de I Becchi para ustedes, queridos padres.

 

 

A los jóvenes, el Colle Don Bosco – con razón lo llamó Juan Pablo II en ocasión de la beatificación de Laura Vicuña, el “Monte de las bienaventuranzas de los jóvenes”—recuerda que Dios quiere lo mejor para ustedes, aún más, los quiere felices ahora y en la eternidad. Y porque los quiere felices, les ofrece en el Evangelio un programa de vida donde poder realizar su identidad, el sentido de su vida, su misión en el mundo y su vocación. De hecho, las Bienaventuranzas son un programa de felicidad, de ahí que resuenen repetidamente las palabras: Bienaventurados (dichosos) ustedes...”

 

Una felicidad que consiste en colocar a Dios en el centro de la vida, como valor absoluto, a partir del cual cobran sentido todos los otros valores y encuentran su jerarquía. Una felicidad que, ciertamente no coincide con la del mundo, pero que se muestra auténtica y duradera desde el momento en que Jesús, desde la Cruz venció al mundo, al pecado y a la muerte y ha resucitado para siempre. Una felicidad que se ha dado en jóvenes como Santo Domingo Savio, como la Beata Laura Vicuña, como Zeferino Namuncurá, como los cinco jóvenes mártires del Oratorio de Poznan, y como tantos otros muchachos y muchachas que han alcanzado la talla de gigantes del espíritu. He aquí el mensaje de la Colina de Don Bosco para ustedes, queridos jóvenes.

 

A los educadores, I Becchi es un reclamo del genio pedagógico de Don Bosco, de su capacidad de creer en los jóvenes, en sus posibilidades, en su energía, del valor de consagrar su vida en favor de ellos, de hacerse compañero de camino en la andadura de sus vidas, de ayudarles a descubrir el sentido de la vida y la llave para acceder a la verdadera y duradera felicidad, a encontrar su vocación, en fin, a señalarles metas comprometidas y atrayentes.

 

I Becchi es la cuna del sistema preventivo de Don Bosco, el que él desarrolló y perfeccionó en Valdoco, descubriendo la importancia de estar entre los jóvenes, con una presencia entrañable, razonable, religiosa, que los libre de toda experiencia negativa, tal vez dañina, que pueda echar a perder su salud, su existencia, la vida eterna y que los estimule a grandes conquistas. “El sistema preventivo hace santo al educador, propone la santidad y ayuda a los jóvenes a ser santos: su lugar de nacimiento y de renovación es el oratorio”, escribía mi predecesor en la conclusión de su carta sobre los mártires de Polonia. He aquí el mensaje para ustedes, queridos educadores.

 

Finalmente, a los hermanos salesianos, I Colle Don Bosco nos recuerda los orígenes y nos remite a ellos, allá donde Juanito tuvo aquel sueño, que iba a dejar una profunda huella a lo largo de toda su vida, porque descubrió el designio de Dios sobre su vida, de tal manera que desde aquel momento “no dio paso, no pronunció palabra, no puso mano a ninguna empresa que no tuviese como mira la salvación de la juventud” –como escribió don Rúa. Seamos hijos de un soñador, pero dotado de una gran capacidad de realización y de gran espíritu emprendedor y nuestra vocación sigue siendo la de hacer realidad el sueño de Don Bosco que es el sueño de Dios para nosotros y para los jóvenes. He aquí nuestro mensaje, queridos hermanos.

 

En el fondo, éste es el sentido del aguinaldo que ya he anticipado para el año 2004, al dirigir a toda la Familia Salesiana una invitación a relanzar la propuesta de la santidad juvenil. La celebración del 50 Aniversario de la canonización de Domingo Savio y el centenario de la muerte de Laura Vicuña, serán la ocasión para volver a proponer a todos los jóvenes de convicción la alegría y el compromiso de la santidad como “medida alta de vida cristiana ordinaria” (NMI, 31)

 

Hoy más que nunca, Italia, como toda Europa, necesita personas que otorguen a Dios la primacía que le corresponde y sean sus testimonios y los hagan visibles, al mismo tiempo que ensanchan el corazón y la compasión.

 

María Auxiliadora sea para todos la madre y maestra, como lo fue para Don Bosco y nos haga infatigables misioneros de los jóvenes, animados de la pasión del “Da mihi animas”.

 

 

D. Pascual Chávez Villanueva SDB