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Alemania había decretado la movilización general, y una carta de alistamiento llegó también a la dirección de un joven clérigo salesiano que trabajaba en la casa de Lieja. Había nacido en un pueblecito de la frontera que el último tratado internacional había asignado a Alemania. El director don Mertens fue a buscar a su clérigo que estaba jugando con los muchachos. Lo abrazó y suspirando como un padre que tiene que comunicar una mala noticia, le puso en sus manos la orden que le llamaba a las armas. El joven salesiano leyó y se quedó de piedra. Don Mertens le tomó de la mano y le dijo con fuerza: "Nosotros somos hermanos. Y ninguna guerra podrá hacernos enemigos". En la noche del 4 de agosto los ejércitos alemanes invaden la Bélgica neutral para atacar a Francia por el flanco izquierdo. El pequeño ejército belga denuncia ante el mundo la invasión y prueba una débil defensa. El 7 de agosto la ciudad de Lieja cae bajo los alemanes. Don Mertens, que es director de la casa salesiana y párroco de una amplia zona de la periferia, con la muerte en el corazón reúne a sus colaboradores, y les da la palabra de orden para los terribles años que están comenzando: "Pensemos en los muchachos y en los pobres". Ingenio brillante no, pero sí una voluntad fuerte Luis Mertens había nacido en Bruselas el 22 de julio de 1864. De su familia acomodada y distinguida había recibido un modo de comportarse señorial, y el hábito del autocontrol y la reflexión. Los estudios, realizados en las escuelas de los jesuitas, habían revelado que no tenía un ingenio brillante, pero sí una voluntad fuerte y una gran capacidad de trabajo. A los veintiún años, superando dudas y temores, Luis Mertens entró en el seminario mayor de Malina. Con el consejo constante de su director espiritual, se preparó a ser sacerdote. Un compañero suyo de aquel tiempo, don José Borjans, testimonió: "Nada de extraordinario en su vida. Pero muchas veces yo admire el empeño con el que dominaba los impulsos de su carácter, cuando le sucedía —rara vez— que se le escapaba alguna palabra dicha acaloradamente o manifestaba un gesto de impaciencia. Era cosa de un instante". Para completar los estudios, Luis tuvo que proponérselo al máximo; innumerables horas pasadas sobre los libros con una voluntad tenaz. A los veintitrés años es ordenado sacerdote. Con toda verdad puede decir: "¡He sufrido y trabajado por este día!". Su arzobispo, el cardenal Groossens, le asigna la primera misión pastoral: en el Colegio de Nuestra Señora de Tienen será profesor de religión y de materias literarias. Y es aquí donde se manifiestan las cualidades más preciosas de don Mertens. El gran trabajo realizado sobre su carácter liberó en él excepcionales dotes educativas y didácticas. Un alumno suyo, luego canónigo Michiels, atestiguó: "Atraía con su bondad, su amabilidad, su religiosidad contagiosa. Yo lo elegí como director de conciencia, y a él le debo, después de a Dios, mi vocación sacerdotal. Estaba ilusionado con la carrera militar, pero por consejo de don Mertens, al final del bachillerato, decidí entrar en el seminario. Sus ejemplos y sus consejos me confirmaron en la vocación". "Practicaré la amabilidad" Siete años de trabajo callado, uno más en la lista de tantos profesores. Tenía como método la bondad, la amabilidad, la persuasión. Muchos de sus colegas no estaban de acuerdo con aquel método, lo juzgaban como debilidad. Don Mertens sufría por ello. Pero los hechos le dieron la razón: la caridad práctica, amable, constante, acompañada de un total dominio sobre sí mismo, hicieron crecer espléndidas vocaciones sacerdotales y orientaciones reciamente cristianas. En 1896 los Hermanos de Nuestra Señora de la Misericordia pidieron al cardenal un capellán para su colegio de San Víctor de Alsemberg. El les respondió: "Os voy a mandar uno de los sacerdotes más santos de la diócesis". Y les mandó a don Mertens. Durante tres años fue sacerdote y consejero espiritual del colegio. Los recreos los pasaba en la capilla, junto a su confesionario. Profesores y alumnos se aprovechaban especialmente de este tiempo para ir a hablar con él, exponerle sus problemas y pedir el perdón del Señor. Él estaba a su entera disposición. Algunos Hermanos de aquel tiempo declararon: "Grande era su humildad, inalterable su humor. Buscaba en todo desaparecer para que en nosotros creciese Jesús. Era un modelo de bondad y de profundidad espiritual". En los años de Alsemberg escribió unas notas espirituales que descubren su vida interior, He aquí algunas: "En la oración manifestar nuestras debilidades delante del Señor y decirle que lo esperamos todo de Él."Con los jóvenes y con las personas del mundo practicaré la dulzura, especialmente en el confesionario. Allí represento a Jesús: Él era infinitamente bueno y misericordioso con los pecadores." "Cuando alguno me acuse no trataré de excusarme." "Conducir a los jóvenes por los caminos de la gracia del Señor, preparar su vocación, hacerlos santos." "Me entristezco, me turbo, tengo miedo o me alegro con demasiada facilidad, según los acontecimientos y las circunstancias ya alegres, ya tristes. Combatir mi defecto dominante, la agitación, mediante la presencia de Dios." Los salesianos en su vida En 1895 don Mertens visita el gran colegio salesiano abierto para los muchachos del pueblo en Lieja. El comienzo de este colegio se recuerda así en una declaración hecha bajo juramento por el cardenal salesiano Juan Cagliero: "El 7 de diciembre Don Bosco (le quedaban solamente dos meses de vida) recibió con alegría la visita del obispo de Lieja, mons. Doutreloux... Se habló sobre la fundación de una casa en Lieja, ciudad del Santísimo Sacramento. Pero por falta de personal no se pudo responder afirmativamente a los deseos del piadoso obispo, con disgusto de todos. Al día siguiente, fiesta de la Inmaculada, Don Bosco me manda llamar, y con el rostro bañado en lagrimas me dice: "Hemos vacilado en aceptar la fundación de Lieja, pero la Virgen la quiere... Dale al señor obispo esta bella noticia, y quedara contento". Así lo hice, y poco después se abría aquella casa de Lieja, la última que Don Bosco acepto". Al visitar el colegio salesiano de Lieja, don Mertens queda muy impresionado por el hecho de que el método salesiano, basado en la "razón, religión, amabilidad" es muy parecido al que él emplea con los jóvenes. Pasan cuatro años. En el verano del 1889, el padre Bishoff, consejero espiritual de don Mertens, recibe de él esta carta: "He dejado el mundo y he entrado en la familia religiosa de Don Bosco. Dentro de pocos días comienzo el noviciado. Rece por mí para que sea un religioso según el corazón de Dios, y un digno hijo de Don Bosco". Don Mertens tiene treinta y cinco años, 10 de sacerdote. Don Scaloni, el gran salesiano que dirige la obra de Don Bosco en Bélgica, lo recibe con los brazos abiertos, y enseguida lo invita a trabajar. Don Clayes, que ese año era alumno en la casa salesiana, recordaba: "Fue nuestro asistente de estudio y profesor de francés, Tenía dificultad en conseguir la disciplina con los pequeños. Pero nosotros los mayores, impresionados por su manera angelical de celebrar la misa, le ayudamos a mantener quietos a los pequeños" Y añadía: "Como asistente se sometió heroicamente a la norma salesiana que dispone que los maestros jueguen con los alumnos. Una vez se cayó y tuvo que ir a la enfermería, y volvió a jugar con la frente vendada". Los jóvenes del colegio salesiano eran mucho más pobres y más bastos que los que había encontrado en las dos escuelas anteriores. Don Mertens se entrego a su servicio pronunciando los votos y haciéndose salesiano el 15 de diciembre de 1900. El "Don Bosco" de Lieja En los años siguientes continuó enseñando, y también estuvo encargado del oratorio festivo, Don Deckers, alumno suyo en aquellos años, declaró: "Era el único superior de quien nunca oí criticar a los compañeros. Era modelo de paciencia y de modestia. Su caridad se manifestaba sobre todo en la amabilidad con la que nos corregía y no nos permitía ningún juicio desfavorable contra el prójimo. Preferentemente se preocupaba de los muchachos pobres, trataba de entender sus necesidades. En aquellos tiempos nuestros alumnos se escogían de entre los más necesitados y menos educados. Tenía atenciones especiales con ellos como con todos los desheredados". Dejando su situación de vida cómoda, había elegido servir entre los hijos del pueblo. En 1902 le hicieron director de la nueva casa salesiana de Gand. En el pasado la habían dirigido unos religiosos que no habían dejado un buen recuerdo. Don Renato Pastol atestiguó: "La providencia mandaba a un santo sacerdote para cancelar huellas de malos ejemplos". Después de apenas siete años de vida salesiana, en 1907, designaron a don Mertens para dirigir la casa-madre de la obra de Don Bosco en Bélgica: el gran colegio de Lieja. Como director, él fue el "Don Bosco" de sus hermanos y de sus alumnos, padre y maestro. Don Delbouwire, su joven hermano, testimonió: "Nunca lo vi perder la paciencia ni usar modales bruscos. Cuando tenía que hacer alguna observación, redoblaba la amabilidad, hasta llegar a emocionar al que estaba reprendiendo. Su paciencia y bondad eran expresiones de caridad. Avisaba sin herir ni dar lugar a inquietudes". Pero su bondad nunca fue debilidad. Como Don Bosco, estaba presente en todos los ambientes para que la vida discurriese serena. Era llamado la "presencia de Dios", porque daba la impresión de que estaba en todo lugar de la casa, desde el patio a las aulas de clase, a los dormitorios. él sabía muy bien que no era persona sin defectos, y en sus notas espirituales escribía: "Debo tener absolutamente mayor firmeza con los hermanos para que se respeten las reglas, el horario, el sistema preventivo". Don Driessen lo recordaba así: "Sabía exigir a los jóvenes respeto y disciplina. Corregía con la sonrisa". Cuatro años después (en 1911) le confiaron también la parroquia, que se extendía por la zona popular que rodeaba la casa salesiana. Era la primera vez, en Bélgica, que un salesiano era al mismo tiempo director y párroco. El jesuita padre Bergh testimonió: "Conocí a don Mertens cuando lo nombraron párroco. Daba la impresión de ser todo para todos, preferentemente para los pequeños y los pobres. Antes de la misa daba pequeñas meditaciones a los obreros, llevaba adelante con gran entrega la obra de la catequesis". La gran tempestad de la guerra mundial Luego se abatió sobre Bélgica la primera guerra mundial. Lieja fue dominada por los duros soldados alemanes y por una gran pobreza. Don Eduardo Potier recordaba así su amor sacrificado a los pobres: "Lo vi llevando bajo el brazo cristales adquiridos para arreglar él mismo la ventana de una buhardilla en la que habitaban dos pobres viejos. Hablaba con los pobres con el bonete en la mano y la cabeza descubierta en su presencia". Y su parroquiano Gilbert Leponce: "Su caridad con el prójimo era tal que hasta los indiferentes e incrédulos lo admiraban". En ese tiempo dio vida a la asociación Amigos de los pobres, que calladamente hizo tanto bien. Mientras tanto, no lejos de Lieja, sucedían desgracias inmensas, inhumanas. Desde julio de 1917 se desarrolló la batalla de Flandes: 600.000 hombres muertos. En aquella batalla se emplearon por primera vez en forma masiva los carros armados, mientras que en la ciudad belga de Yprés se usaron por primera vez en la historia humana los gases asfixiantes. Aquella terrible guerra no terminó hasta el 11 de noviembre de 1918, después de haber sumado diez millones de muertos. En 1919 don Mertens fue liberado de la dirección de la casa, y pudo dedicarse por entero a la parroquia. Solo tenía cincuenta y cinco años, pero aparentaba muchos más. La vida de sacrificio y de entrega total lo estaba consumiendo. "Si quieres mi vida, tómala" 4 de abril de 1920. En la solemnidad de la Pascua don Mertens da comienzo a la "misión parroquial". La predican sacerdotes expertos. Don Mertens se preocupa al máximo para que la "misión" lleve la paz a tantos corazones turbados y desconcertados por las crueldades de la larga guerra y por las miserias subsiguientes a ella. La "misión" concluye en la tarde del 18 de abril. En la iglesia llena, don Mertens reza en voz alta por su gente. Todos lo escuchan en un silencio reverente. Dice: "Perdona, Señor, a cuantos te han ofendido. No somos malos, sino débiles. Perdona al pastor, perdona a las ovejas del rebaño. Y si quieres una víctima, oh Jesús, si quieres mi vida en expiación de los pecados de mi pueblo, tómala. Te la ofrezco gustoso". Al día siguiente don Mertens está aquejado por un dolor. Parece que es sólo la consecuencia del cansancio acumulado en aquellos días. Por el contrario, se trata de un gran mal, que en cinco días derrumba su vida. Consigue decir al que está a su lado: "No recéis por mi curación, sino solamente para que se cumpla la voluntad de Dios". Dios va a su encuentro la tarde del 25 de abril de 1920. Tomado del libro: "Familia Salesiana, Familia de Santos". Escrito por Teresio Bosco S.D.B. Editorial CCS. España HrQ ƒ ð ø£#»#a.ˆ.Ý3ú3t8u8è8é8ë8÷ñîñîñîñîñîñîñîîîCJ 5CJ\56CJ$\]Hrst/0O P Q ƒ „ E F öž™™™™”””””””””””$a$$a$X$$If–FÖÖºÿÌ"#Ö0ÿÿÿÿÿÿö6ÖÿÖÿÖÿÖÿ4Ö Faö $$Ifa$ë8þF ñ ò ø ù =‚ö÷îïð  ÞßרãäPQz{ö÷øúúúúúúúúúúúúúúúúúúúúúúúúúúúúú$a$ª«¬€  ®"¯"¡#¢#£#»#¼# &¡&®'¯'w*x*X,Y,_.`.a.ˆ.‰.90:0úúúúúúúúúúúúúúúúúúúúúúúúúúúúú$a$:011ñ2ò2Û3Ü3Ý3ú3û3A5B5æ6ç67888r8s8t8u8°8Ò8è8é8ê8ë8úúúúúúúúúúúúúúúúúúøúúúøúú$a$,1h°Ð/ °à=!°¥"°¥#‰$‰%°°Ä°Ä Ä i8@ñÿ8 NormalCJ_HaJmH sH tH FA@òÿ¡F Fuente de párrafo predeter.tSòt Sangría 3 de t. independiente$„h„^„h`„a$CJmHsHtHë4LÿÿÿÿHrst/0OPQƒ„EFñòø ù = ‚ ö ÷ î ï ð  ÞßרãäPQz{ö÷øª«¬€®¯¡¢£»¼ "¡"®#¯#w&x&X(Y(_*`*a*ˆ*‰*9,:,--ñ.ò.Û/Ü/Ý/ú/û/A1B1æ2ç27484r4s4t4u4°4Ò4è4é4ê4í4©0€€™0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜0€€˜@0€€˜@0€€˜@0€€˜@0€€˜0€€˜0€€ë8 F :0ë8!#$%ë8" ÏÖ¶½¹ÀDKŠ‘(/OUÓÚ  ä ë r z o v ïö\eÎÕôý 'ìôpuv€Ûâµ¼ÚáÒÙ £6= $ Ý"á"E#K#ú#$·$Á$ñ'ù'H)M)h)o)+ +L,S,T,[,-.2.ÿ./2090…0Œ0Ž1•1ý23¼4Ã4Ê4Ï4Ü4ß4í4= I gi©±^`''í4î+ï+6,7,8,9,:,;,],^,ƒ,„,´,µ,Ï,Ð,ë,ì,--@-A-X-Y--Ž-•-–-œ--á-â-).*.q.q.«.¬.ß.à.ð.ñ.6/7/d/e/~////Æ/Ç/Ý/Þ/ê/ë/ö/÷/ø/ù/û/ü/K0L0]0^0„0…00ž0¯0°0¶0·0Ê0Ê011A1A1F1G1M1N1x1y1ƒ1„1‰1Š1ç1è122\2]2w2x2…2†2•2–2¤2§2Ç2È2ã2ä2å2æ2ì2í2+3,30313i3j3q3r3§3¨3¹3¹3ã3ä344!4"444546474t4é4ê4í4ÿÿUserGC:\Documents and Settings\Usuario\Mis documentos\escaneados\Mertens.docUserpC:\Documents and Settings\Usuario\Datos de programa\Microsoft\Word\Guardado con Autorrecuperación de Mertens.asdUserpC:\Documents and Settings\Usuario\Datos de programa\Microsoft\Word\Guardado con Autorrecuperación de Mertens.asdUserpC:\Documents and Settings\Usuario\Datos de programa\Microsoft\Word\Guardado con Autorrecuperación de Mertens.asdí4–ÿ@€é4é4Èvíé4é4ë4@ÿÿUnknownÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿG‡z €ÿTimes New Roman5€Symbol3& ‡z €ÿArial"qˆðÄ©ª‚³¦«ó³¦ 6§¢+]$ð¥À´´20•52ƒðÿÿDon Luis MertensUserUserþÿà…ŸòùOh«‘+'³Ù0t˜´ÀÐÜèø  0 < HT\dläDon Luis Mertensdon UseruisserserNormalsUserls13rMicrosoft Word 9.0@Ä0‹@|‘êgÇ@â. sǧ¢+þÿÕÍÕœ.“—+,ù®0ø hp|„Œ” œ¤¬´ ¼ Ùäu]•5ü Don Luis Mertens Título  !"#$%&þÿÿÿ()*+,-./012þÿÿÿ456789:þÿÿÿ<=>?@ABþÿÿÿýÿÿÿEþÿÿÿþÿÿÿþÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿRoot Entryÿÿÿÿÿÿÿÿ ÀF¯È sÇG€1Tableÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿ'WordDocumentÿÿÿÿÿÿÿÿ.LSummaryInformation(ÿÿÿÿ3DocumentSummaryInformation8ÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿ;CompObjÿÿÿÿkObjectPoolÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿ¯È sÇ¯È sÇÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿþÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿþÿ ÿÿÿÿ ÀFDocumento Microsoft Word MSWordDocWord.Document.8ô9²q